53.- EL VEHÍCULO DE LA VIDA.

Mi mente va por el carril de la derecha, observo el paisaje por los lados, frente a mi y tras de mi acompañado en el caminar de la vida, por lo que, a los que me anteceden en su recorrido, es porque me voy acercando a ellos, para llegar a acompañar o superar y los que me preceden, les adelanté o se van acercando, para acompañarme o superarme. 

Giro mi mente a la derecha de mi rumbo y encuentro un paisaje análogo, a si giro mi mente a la izquierda, con sus montañas, sus valles, los arboles, los cultivos, poblaciones..., es un entorno común en ambos lados, ¡pero..., hay diferencias!, diferencias concluyentes de consecuencias definidas, con resultados totalmente cambiantes. Observo las indicaciones, que están a la vista, están cuando miro en la parte derecha y nos pautan el ritmo que tiene que llevar nuestra vida; ¡vamos las normas comunes!, que nos imponen los desvíos a otros rumbos, las salidas para entrar a otras carreteras, también son por la derecha, los cambios materiales que decidimos en nuestras vidas, es la disección de abandonar un rumbo para coger otro, que hacemos intencionadamente, sin embargo el panorama del lado izquierdo es completamente diferente, para la superación se adelanta por la izquierda, sin tener acceso al sentido contrario, pues es donde habita el subconsciente, con sus sueños y las señales que vemos, están para los vehículos que van en sentido contrario, así es la consecuencia de la mente, para aceptar, querer, comprender o amar hay que ponerse en el lugar ajeno y aprender de los que vienen en sentido contrario, que son los que vienen de frente con sus experiencias y motivaciones, para compartir nuestras vivencias que son las que en su rumbo pasaran en recorridos invertidos, para que se integren en nuestro recorrido y nosotros en el de ellos, hallando lo que  andamos.

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