116.- LA HABITACIÓN DE MIS SUEÑOS.

Una habitación con cuatro ventanales abalconados, uno en cada pared, en un lateral la bajada de una bonita escalera de caracol, hecha de madera, con barandilla protectora en parte superior y bajando acompañando a los peldaños, el techo aboardillado con vigas de madera de haya, en su centro una gran lampara holandesa de cristal, con ocho brazos y sus bombillas en forma de vela, bajo este espectacular portento, la mesa rectangular de dimensiones espectaculares, acompañada de dos sillas en cada extremo y tres sillas a cada lado, enfrentadas entre sí, de acabado en madera noble de nogal a juego con la mesa, con tornados en patas el juego completo, y sobre la alfombra persa en sus bases, y enfrenta al aparador con dos elegantes candelabros de bronce con sus cinco esbeltos velones blancos en cada uno de ellos, sobre una base redonda de latón, un sofá clásico de talle de madera enmarcado en respaldo, con orejas en sus lados algodonados con tela,  brazos con tapizado acolchado en tela de Damasco,  haciendo centro la mesa baja en tono de madera al mobiliario y en su base mármol de Carrara, con camino de mesa bordado en ganchillo blanco, el suelo en losas de mármol de Arabescato pulido en mate y paredes en blanco satinado liso.

Como detalles, los cuadros en oleo con relieve y algún tapizado tipo alfombra de fondos blancos, con motivos de bodegones,  los cuatro rincones de la habitación con sus columnas con copa isabelina de alabastro tallado y adornadas con flor seca con colores llamativos, en el centro de la mesa grande un florero alto de cristal con espigas esbeltas secas con granos de trigo, al asomarme por los balcones observo adherido a las paredes del edificio los rosales trepadores llenos de rosas blancas y rojas.

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