168.- CUANDO ESTOY EN LA NOCHE DE MI INTERIOR.

Se ha hecho de noche, el ocaso ha ido en su bandeja de tonos ocres oscureciendo el lienzo del relieve hasta ir tomando ausencia de tonalidades en su gris y nocturna identidad del lugar, y en el desamparo de vistas, encuentro en mi camino sin dirección la reflexión del recuerdo de los trayectos recorridos, con apariciones de momentos vividos, con personas que anduvimos el itinerario de aquellos momentos.

Vestido y envuelto con la nocturnidad analizo el porqué de mi situación y en mi reflexión, averiguo que no fue el sol el que se fue por el ocaso o lo que es lo mismo los que estábamos, no me abandonaron metiéndose en mis horizontes y desapareciendo, no he de culpar a nadie, ni siquiera señalar con el dedo a quién creyera hubiera podido causar mi situación de soledad, pues soy el promotor de mi existencia, creando el desenlace de mis consecuencias.

Todos en nuestro recorrido conocemos a individuos que están temporalmente más o menos tiempo en nuestra compañía, a lo largo de la vida, pues cuando se nace o cuando se muere nuestra identidad es única y  somos nosotros mismos la causa del proceso de iniciar las vivencias, disfrutarlas con su contenido, enfrentarlas para dar sentido de lo vivido y en definitiva en su transformación comenzar las nuevas experiencias, como cuando se pone el sol al llegar el ocaso y al girar mil propio planeta que es mi persona, se origina la oscuridad de la noche con la esperanza en mi rotación, con los sueños de llegar con mis pasos a un nuevo día lleno de vida. 

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