192.- ACEPTAR LAS NATURALEZAS AJENAS.

Me lo dicta el Corazón, si estoy aquí o estoy en otro lugar, si estoy por el lugar que habito o me he ido al mundo de la imaginación estando ambos espacios en mi existencia.

Es curioso el poder de la mente, sabiendo que no se puede hacer nada, para evitar el estado de llevar la realidad de cada cual, donde se asienta sus pilares y para cualquier otra persona puede ser incomparable, con los estados ficticios en medidas similares, pueden ser los fundamentos de otros sujetos, teniendo en cuenta que entre todas las simulaciones, las compatibilidades entre unos y otros son perceptibles de diferente estímulo, entre quienes las emiten y las perciben y las respuestas de forma recíproca ocurre lo mismo.

Con toda esta situación, hay que valorar que nos exteriorizamos dando por hecho, que quién comparte nuestras vidas nos ve como nosotros pensamos y no es así, aunque halla que aceptarlo, pues quien recibe nuestra manera de Ser, recibe un mecanismo diferente al nuestro y lo mismo ocurre con los sentimientos, expresiones o informaciones externas que llegan a uno mismo.

Para ser todos iguales y diversos a la vez,  es vital aceptar la comprensión ajena, tolerando las  formas y maneras que puedan ser incompatibles en el interior de uno mismo y así entender mediante el respeto, la propia identidad de cada Ser, es como la tortuga en su torpe andar por la tierra y a la vez disponer de su gran habilidad cuando nada por el fondo marino, comprender que el ave en su paciente reposo caminando sobre los pastos pueda volar manteniéndose suspendida en su vuelo o ver andando a la salamanquesa sobre el tejado y bajar por la vertical pared sin caerse, como cuando el Corazón está tranquilo y se entrega al Alma de su Amor.

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