208.- EUFORIA.

Su contención le salva, hace que no estalle y se quede en plena exaltación, sin darse cuenta que sus límites son sus propios lindes de espacio. 

Si por lo menos se diera cuenta explotaría y entonces dejaría de tener sentido su bravura y ahora que está ausente está con su fuego dormido con todo su contenido en reposo y helado, que es el motivo en su despertar del encendido de sus fogones, comenzando con paralización absoluta, para irse poniendo en lentos movimientos de buen agrado hacia el exterior y con un azogue interno, que va caldeando el interior de sus entrañas con indicios de vahos rezumando por sus costados, sin percibir absolutamente nada hacia afuera y en su ascendente ritmo de subida de tonos se va observando un agravio, comienzo a hacer un recorrido de ágil aceleración, donde las vistas comienzan a pasar deprisa en el avance  y se rebasa la compostura de intuir unos altibajos en contraste del emisor, causante de los estragos con los receptores en su comparada paralización y como los vapores accionados por la presión de contenidos con sus constantes rozaduras del sistema no paran de hacer desgaste, originan el inicio de pequeñas explosiones ascendentes, que van a más, con ritmos evolutivos en velocidad, reafirmando un ambiente de fuertes impactos con ondas similares a las radiactivas, que van arrasando a su paso a todos los allegados, altercados por el causador de efectos de impresión de choque, arrollando a todo ser viviente y objetos a su paso, quedándose en consecuencia absolutamente solo cuando ha pulverizado todo, para con su contención volver a irse enfriando, consiguiendo en su ausencia su estabilización, para ir encontrando su reposo y terminar ausente en su aletargo sueño, durmiendo hasta que encuentra nuevas víctimas.

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