210.- LAS ILUSTRADAS PALMERAS.
Vale aquí estoy sentado en el banco de la paciencia, de espera, con ganas de que me llamen para ir y a la vez estoy agusto, tranquilo en el parque de la conformidad, y van y vienen transeúntes con sus inquietudes que pasan de largo, cada uno con su historia, esperando a continuar la mía, transcurriendo a la vez mi propia versión verosímil, como si no pasara, pero ahí está, muda y con mis pensamientos en observación en ralentí, funcionando pero paralizado, como si fuera un árbol más, inmóvil, formando parte del atractivo y relajante paisaje.
A lo largo del parque, en su extensión hay un continuo de palmeras washingtonas, plantadas en línea, en dos cercados de césped, con un tramo de camino perpendicular que parte al césped y es curioso, ¡estoy acompañado de todas las letras del abecedario!,
En éste pasar de personas, unas solas con sus pensamientos internos y otras acompañadas con sus conversaciones, transitan de largo, haciéndome ausente, cómo si no estuviera y en mi vacío, están frente a mí las palmeras y sin esperarlo me hablan en voz bajita, llegando solo a mis oídos, en su orden de colocación, van diciéndome, todas las letras del abecedario, una a una, ¡Pero todas!, Las que aprendemos en la escuela, con la muda incluida y la que no decimos, pero que también está, son treinta, colocadas en línea, ¡Cómo si estiras un hilo y cada dos metros hay una plantada!, aunque hay una que se sale de la línea y está pegada entre la segunda y la tercera, en el lado izquierdo, si miramos desde la primera palmera en línea con todas.
La primera es la A, la segunda la B, a continuación la C, la CH es la que se sale de la línea por ser dos letras distintas, la D sigue con la anterior de la línea, la E sigue para adelante con la linea, la F y las demás en su orden la G, la H es la muda, la I, la J, la K, la L, la LL, la M, la N, la Ñ, la O, la P, la Q, la R, la RR doble, está aunque no nos la enseñen, la S; a continuación el camino que atraviesa, la T, la U, la V, la W, la X, la Y y por último la Z.
Todas están ahí observando y mirando a todo quién pasa, al que se detiene o a los que se sientan en los bancos y en uno de ellos estoy, me siento afortunado por el secreto que me han susurrado a mis oídos por haberme dicho una a una la letra que representan,
Ahora alguien me llama por teléfono y llega el momento del fin de la "espera, no espera" por mi implicación entre las palmeras; me avisan para continuar mi camino y ahí siguen, inmóviles observando cómo me voy, alejándome del lugar, esperando mi regreso para otro momento, marchándome en mi caminar y alejándose ellas de mi, en sus ocupaciones, para observar a otros nuevos transeúntes por el parque, pasando en su complicidad a Ser parte de nuestras vidas.
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