235.- CUANDO LA PARTIDA ESTÁ PÉRDIDA.

Cuando te vayas solo quedará el vacío de tu presencia, me quedará un rotundo silencio unido al dolor de tu ausencia en los nublados amaneceres que nublan mis lágrimas en la mirada  de toda tu gracia, que en mi interior llevo, con el Corazón partido de dolor en dos pedazos, el mío y el tuyo, que siempre llevo en el interior de mi alma y con el partir tuyo a lejanas tierras me dejarás esperando en la lucha de largos días venideros, con la esperanza en el trasiego de mis retos, conseguir tu regreso a estas duras y ásperas condiciones que la yermas y estériles restricciones de nuestras vivencias nos traen a este desagradable desenlace de malditos y extrusionados acontecimientos que amargan mis delirios, a tu desesperada escapada, que destruye mi vida y la hace añicos.

Sólo Dios sabe el dolor que se queda en mis entrañas con tu partida y la vida que halles en las lejanas tierras, sean de esplendor y buenaventura con los recorridos que hagas en tu nuevo mundo sea de prosperidad y en tus recuerdos, me halles como quién te amó y te quiso con locura.

Mi consuelo es que sepas que esperaré, si no puedo partir a tu búsqueda, partiré a tu encuentro si mi destino me da la oportunidad de encontrarte, mientras tanto me quedaré en mi oscuro lecho de vida, con la esperanza de cuando llegue el ocaso esté junto a tí.

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